
Asomó tras aquella inmensa masa de agua, mientras ellos consideraban asuntos mucho más pequeños pero que inundaban aun más el aire, allí en el fin del continente. Y mi mente navegaba en esa acuosa superficie viéndola elevarse sobre mi cabeza. La pregunta fue obvia y tan simple que nadie más pudo pensarla, ¿se elevaba? ¿Quien sube y quien baja? Y en ese momento ese pequeño círculo, que por simple comparación me reducía a mucho menos que un punto, me lo reveló… horizontal, ya soy horizontal y aún no me caigo.